sábado, 30 de noviembre de 2013

EL HILO


El libro de cuentos “El hilo”, editado por Ediciones Agón en dos oportunidades, consta de dos partes: El hilo enredado (Encuentros y desencuentros) y El hilo pendiente (Vida-Mujer).


En la primera parte se encuentran los siguientes cuentos: Llegar; Persianlux; Marche un cucharón para Cristina;…Pero haberlas sí las hay; El nono; y Las directivas.


En la segunda parte se encuentran los siguientes cuentos: El desliz; Ese admirable y cruel paralelismo; La búsqueda (Alegoría patriótica); Un cuento obsceno; la rebelada; y El hilo (El que dio título al libro).

                                              A MANERA DE PRÓLOGO


                                          PARA LA SEGUNDA EDICIÓN


     Cómo me gustaría poder expresar de qué manera llega a gestarse, desarrollándose hasta su total terminación, un cuento; cualquier cuento, del tipo y extensión que sea.
Me gustaría pero... lo primero que se me ocurre decirles es: cuando lo tengan no lo dejen ir. Atrápenlo. Describan sobre él, sucintamente, lo que consideren esencial, sin olvidar que lo esencial del cuento es, sin duda, su frase final, el desenlace, la descomposición del nudo. Sin esa libertad que surge de la distensión no existe cuento. Y... debo decirlo, un cuento es como un chiste, si no se anota inmediatamente, será difícil retomarlo. Se olvida. Fue, como hoy se dice. Pero cuando se lo toma y se lo desarrolla, entonces comienza a semejarse al cine. Mejor dicho, a la cinemática, que es como designa Ortega y Gasset a este fenómeno del desarrollar. El problema radica en la fuerza impulsora de ese desarrollo. El cuento avanza. Siempre avanza. Ya que el punto inicial, el de la cinemática, se mueve siempre hacia adelante, buscando la concreción, conjuntamente con los nuevos puntos que, multiplicados, se le van agregando al embrión, transformándolo en feto cuento, llamado así porque va queriendo ser algo. Y cuando lo logra, cuando la transformación, sin detenerse, consigue concretar ese algo anhelado, buscado, proyectado, el mismo, ese algo o ser especial, hace que el resorte autocontensor-autocreado, misteriosamente generado por el pensamiento humano, se active para que la criatura, tentando un salto ambiguamente angustioso y feliz, salga al exterior, abandonando su entrañable morada. El cuento, afuera ya, a la intemperie, no es más problema ni molestia para nadie. Ahora es horizonte cercano, cercano todavía. Horizonte que, al alejarse de su autor por mil motivos, habrá de permitirle al ser recién nacido acercarse más y más a todos. Y esto es así siempre, porque al terminar el período de gravidez, la liviandad, acomodando su volátil consistencia, que es lo mismo que decir haciéndose sentir tentando la expansión, se ubica. Para desacomodarse luego, como todo y desde ese instante volver a comenzar. Un nuevo cuento, entonces, volverá a gestarse.
Amanda Patarca

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